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Compiled and Edited by Elan Perchik

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Parashat Mishpatim                                                                                                     Print Version        
27 de Shebat, 5779 |  2 de Febrero 2019         
                                     

Compiled and Edited by Elan Perchik



Rab Yosef Mizrahi
Recuérdame

כל אלמנה ויתום לא חענון
No debes causar dolor a ninguna viuda o huérfano (Shemot 22:21)

Siendo viuda con cuatro niños pequeños, la vida no era fácil. Muy seguido necesitaba  pedirle al dueño del mercado que le diera un crédito; mantenía a la familia a duras penas. Pero entonces surgió otro problema. La casa en la que vivían comenzó a tener filtraciones.  El techo y las paredes estaban en muy mala condición y era hora de hacer algunas reparaciones importantes. Ya no se podía posponer.

La madre llamó a un plomero para inspeccionar la casa y proporcionar un precio estimado del trabajo. Después de un rato de caminar por la casa, el plomero regresó con la descripción del trabajo. Tomaría unos días arreglar la casa en su totalidad y el costo sería alto.  El plomero le aseguró que su precio era el más razonable que había, pero aun así, era demasiado caro para ella en ese momento. "No tengo el dinero ahora”, dijo la madre, "pero le propongo un trato. Cuando termine el trabajo, me encargaré de que tenga todo el dinero. Tomaré prestado si es necesario". Al escuchar el arreglo de la mujer, el plomero aceptó hacerlo.

Cuando comenzó el trabajo, el plomero notó a los cuatro huérfanos de la casa. No podía evitar imaginarse cómo debía ser la vida para esta pobre viuda y sus hijos. Mientras continuaba las reparaciones, su corazón se apiadó de ella. Decidió que no le cobraría nada a la familia. "¿Pero cómo voy hacer?", pensó. “Ya le dije el precio; no puedo contradecir mi palabra ahora”. Pero entonces se le ocurrió una idea brillante.

Después de terminar el trabajo, el plomero se acercó a la madre con la factura. "Tengo algo que decirle", comentó. “Analicé el asunto y descubrí que hay un programa especial del gobierno. Como usted es viuda, tiene derecho a recibir ayuda del municipio. Simplemente firme aquí y me pagarán. Y no se preocupe, ganaré más dinero de esta manera. No tiene que pagarme nada. Vaya a disfrutar de su casa".

Al escuchar tan buenas noticias, la madre y sus hijos estaban conmovidos. "¿Quiere decir que no tengo que pagar nada?" "Es correcto", repitió el plomero. Los hijos estaban preocupados de cómo su madre iba a pagar tanto dinero. Pero ahora, todas sus preocupaciones se convirtieron en sonrisas.

Veinte años después ... la pequeña empresa de este plomero había crecido hasta convertirse en una gran corporación. Al ser contratado para un gran proyecto, se dirigió a Petaj Tikva, a un almacén que poseía todo tipo de suministros de plomería y vivienda. Determinó todos los materiales necesarios para el proyecto, hizo una lista de todos los artículos y se los dio a los trabajadores del almacén para que le dieran una estimado de lo que  costaría todo, con lo cual consideraría si había precios más baratos. "Está bien", le dijeron, "revisaremos su pedido y le devolveremos la llamada con los precios".

Al día siguiente, cuando el plomero se despertó, un enorme camión  se detuvo en su casa. En el exterior estaba escrito "Suri y Avi Artículos de Plomería" . Como no recordaba haber  ordenado nada, salió  rápidamente . "¿Qué es esto?", lLe preguntó al conductor. "Estoy entregando un envío de suministros de plomería". "Debe tener la dirección equivocada", dijo el plomero, "no pedí nada". "Aquí mismo dice que lo hizo", explicó el conductor mientras señalaba a un trozo de papel. Mire, dice que pagó por completo y que se supone que debo hacer la entrega hoy. "¡Nunca hice el pedido!", insistió el plomero. “Solo le dije a la tienda que me diera un presupuesto de cuánto costaría. Estaba comparando precios. ¡No hice un pedido final ni pagué un centavo!" "Lo siento mucho señor ", dijo el conductor,"pero tengo un largo día por delante y solo estoy haciendo la entrega. Si tiene algún problema, vaya a la oficina y hable con los propietarios".

Frustrado, el plomero corrió a la oficina de la compañía. Al entrar, se dirigió directamente al escritorio de la secretaria. “Disculpe”, dijo, “pero acabo de recibir un envío de suministros de plomería en mi casa. El problema es que no ordené nada y tampoco pagué por ello. ¿Puede por favor confirmar esto?

Después de buscar la información del plomero, la secretaria dijo: "Parece que todo está correcto. Aquí dice que pagó la totalidad y la entrega se realizaría hoy ". "No entiendo", exclamó con impaciencia el plomero. "¡No hice ningún pedido!"

"Escuche", dijo la secretaria, "¿por qué no sube a hablar  con los dueños? Tal vez puedan ayudarlo”. Al subir las escaleras, esperaba que este intento finalmente solucionara todo. Cuando abrió la puerta, vio a dos hombres cómodamente sentados en una oficina. "Hola, ¿cómo podemos ayudarle?", preguntaron los hombres. "Me acaban de entregar en mi casa un gran envío de suministros de plomería que no ordené. Debe haber un error. Yo solo pedí los precios de sus materiales. Nunca pedí que me los enviaran.

Mirando  al hombre, uno de los dueños habló. "No se preocupe señor, todo está bien. Tenemos un acuerdo especial con el gobierno. Todo ya se ha pagado. ¿Nos recuerda? Éramos esos niños pequeños cuando ayudaste a nuestra madre hace veinte años. ¡Durante veinte años te hemos estado buscando! Ayer, cuando apareció en la tienda, mi hermano y yo  lo reconocimos de inmediato. Llevamos mucho tiempo esperando este día. Tan pronto como escuchamos que preguntaba por los precios, inmediatamente les dijimos a nuestros trabajadores que le enviaran todo gratis. Esta es nuestra forma de devolverte el dinero. Nos ayudaste y nosotros te ayudaremos.

A veces pensamos que los pequeños actos en la vida tienen poco impacto y solo dejan su huella a corto plazo. La verdad, sin embargo, es todo lo contrario. Esas pequeñas decisiones de ayudar a los demás y pensar en ellos en su momento de dificultad impactarán durante años. Y luego, finalmente, llega el día en que nosotros mismos podríamos necesitar un favor. ¿Y quién viene a nuestro lado? Ese pequeño hecho que pensábamos tan insignificante. Ese pequeño acto de bondad aparece y dice: "¿Me recuerdas? ¡He estado esperando tanto tiempo por este momento!" Y cuando eso sucede, todo lo que podemos hacer es sonreír y recordar que nada de lo que hacemos en la vida pasa desapercibido.

Rebbetzin Jaya Sora Gertzulin
El impacto de las mitzvot

כי תפגע שור איבך או חמרו תעה השב תשיבנו לו
Si te encuentras con el toro de tu enemigo o su burro vagando, lo tienes que devolver (Shemot 23: 4)

Como queda claro a lo largo de la Torá, las mitzvot se dividen en tres categorías diferentes: jukim, leyes incomprensibles para la mente humana; eidut, leyes que testifican simbólicamente y representan un evento o concepto, y mishpatim, leyes entendidas racionalmente. Mientras que la categoría de jukim está más allá de nuestra comprensión, el Rambam (Hiljot Meilah 8: 8) escribe que es apropiado que  tratar de entender su significado al máximo y se esforzarse por entenderlas.

Un ejemplo de una ley irracional es la  de cuidar el kashrut.  Aunque la Torá no explica la razón de esta mitzva, nuestros jajamim han sugerido numerosas explicaciones con el fin de aumentar nuestra apreciación de  la mitzvá . Todas las especies kosher poseen cualidades distintas que Hashem desea que  apliquemos en nosotros mismos. Por ejemplo, ningún animal kosher es un animal depredador. Al consumir nuestros alimentos debemos de pensar que  los animales que están permitidos son pacíficos y no violentos. Y cuando entendemos que tenemos prohibido ingerir animales con naturalezas violentas arraiga en nosotros  sentimientos de compasión y bondad. Además, muchos animales kosher tienden a movilizarse en manadas. El mensaje implícito aquí es el de  unidad y  armonía. Los judíos de todos los orígenes y estilos de vida deben confluir y formar una unidad.

La segunda categoría de mitzvot se conoce como edut, testimonios. Estas mitzvot incluyen comer matzá en Pesaj, ordenado en conmemoración del pueblo judío que salió de Egipto. Con estos mandamientos, revivimos y nos conectamos con nuestro pasado.

El tercer tipo de mitzvot es en lo que nuestra parashá se enfoca. Mishpatim se refiere a los mandamientos racionales y éticos que se pueden entender y apreciar claramente. Actuar con amabilidad y justicia, respetar a los ancianos, honrar a los padres y mostrar compasión hacia las viudas y los huérfanos son solo algunas de las muchas mitzvot que conforman los mishpatim. Estas mitzvot son lógicas y son llevadas a cabo por cualquier persona de buen corazón, pero no es ahí donde termina. Para un judío, incluso los mishpatim están destinados a realizarse porque es un mandamiento de Hashem.

Considere la mitzvá racionalista de hashavat aveda, devolver un artículo perdido. Muchas personas viven bajo el lema “el que lo encuentra se lo queda”. Posiblemente vean el devolver un objeto perdido como un gesto amable y generoso, pero no como algo obligatorio o que amerite tomarse demasiadas molestias  para hacerlo. Pero la Torá nos enseña lo contrario. Incluso si la brújula moral   de cualquier persona no pide tanto, cuando se trata de los mandamientos de Hashem, se debe de hacer un esfuerzo adicional.

Recuerdo que una noche no podía dormir. Comencé a leer los diferentes periódicos judíos que tenía de principio a fin. Después de un rato, finalmente llegué al punto en que había leído todo y lo único que quedaba era la sección de Objetos perdidos.

Recorriendo la lista  de los diferentes artículos perdidos, mi ojo captó uno en particular: "Perdido en la Avenida 16 en Boro Park –Anillo de Diamantes de compromiso". Pensé,  "Oh, pobre señora", y me sentí mal por la mujer. Solo podía imaginar el dolor que estaba pasando. Ese anuncio apareció en el periódico The Jewish Press.

Después  leí otro periódico, Yated Ne’eman, y de nuevo llegué a la sección de Objetos perdidos. Mientras miraba  los elementos enumerados, me sorprendió lo que vi. “Encontrado en Boro Park – Anillo de Diamantes de compromiso”. Tan pronto como lo vi, pensé: “¿Por qué no hago un cruce entre los periódicos?”. No podía esperar hasta la mañana, y contacté inmediatamente a cada uno. "No sé la historia exacta detrás de todo esto", dije, "pero se perdió un anillo en Boro Park y se encontró un anillo en Boro Park. Me lleva a pensar que hay alguna conexión entre los dos".

Contacté a la persona que había perdido el anillo y a la que lo encontró, y había  una coincidencia entre ellos. Y de hecho era el anillo. Poco después, recibí una llamada telefónica tanto del buscador como del perdedor, y ambos dijeron: "No compro el otro periódico. Muchas gracias. Si no fuera por ti, nunca hubiera contactado a la otra persona”. Como yo me había suscrito a ambos periódicos, pude hacer la conexión.

Esto es lo que buscar hacer una mitzva puede dar como resultado. . Hacer incluso un pequeño esfuerzo puede hacer una gran diferencia en la vida de los demás.

Pero las historias de devolver objetos perdidos no son un fenómeno reciente; de hecho, se remontan a los tiempos del Talmud.

El Talmud Yerushalmi (Bava Metzia 2: 5) relata la historia de Rav Shimon ben Shetaj, quien sufría de  pobreza extrema y luchaba por ganarse la vida vendiendo ropa. Sus alumnos lo alentaron a abandonar el comercio de la ropa y comprar un burro esperando que le fuera mejor económicamente. . Al comprarle el  a un árabe, los estudiantes se asombraron al descubrir una hermosa piedra preciosa sujeta a él. Le informaron a  a Rav Shimon ben Shetaj de la gran noticia, dijeron: “¡Mire lo que encontramos! ¡No solo compró un burro, sino también una joya exquisita!

Cuando escuchó  las palabras de sus alumnos, Rav Shimon ben Shetaj preguntó si el árabe sabía  que había  diamante  pegado al burro. Como le respondieron que no,  Rav Shimon ben Shetaj dijo: "No es mío entonces. Se lo devolveré al árabe de quien lo compré”. Por tomar medidas honestas para devolver el diamante, Rav Shimon ben Shetaj se quedó sin la fortuna. Pero  todo esto lo hizo, explica el Gemara, porque estaba más interesado en escuchar al árabe decir: : "Bendito sea el D-os de los judíos" que en recibir todo el dinero del mundo.

Así es como debemos ver las leyes  categorizadas como mishpatim. No solo son éticas y hermosas, sino que son las mitzvot de Hashem y, por lo tanto, valen todos los esfuerzos y sacrificios. Cuando actuamos de esta manera, un gran Kidush Hashem saldrá de ahí.

Adelantamos dos mil años hasta noviembre de 2013.

Rab Noaj Muroff, un maestro de noveno grado en la Yeshiva de New Haven, un día decidió comprar un escritorio. Al encontrar el escritorio que buscaba en Craigslist por $ 150, lo ordenó.

 Cuando llegó a su casa y trató de pasarlo por una puerta angosta, se encontró  un problema: el escritorio no entraba por una fracción de pulgada. Sin otra opción, Rab Muroff y su esposa comenzaron a desmontar los cajones del gabinete y quitar la parte superior del escritorio. Y encontraron una sorpresa que nunca hubieran imaginado.

Debajo de uno de los cajones había una bolsa con $ 98,000. Cualquier persona hubiera considerado este hecho como el mejor negocio de sus vidas, pero Rab Muroff y su esposa tenían otros planes. En lugar de quedarse con los $ 98,000,  canjearon el dinero por un Kidush Hashem global.

Se pusieron en contacto con la mujer a la que  le habían compraron el escritorio y  ella les dijo que había heredado el dinero y que había olvidado que lo había escondido en el escritorio. Y así, al día siguiente, Rab Muroff y su esposa junto con sus hijos devolvieron el dinero a su legítimo propietario. Enviando un  mensaje para todo el mundo  sobre la importancia de la honestidad y la integridad, la dueña misma escribió a la familia en una nota de agradecimiento: “No creo que haya demasiada gente en este mundo que hubiera hecho lo que ustedes hicieron”.

Desde Rav Shimon ben Shetaj hasta el Rabino Noaj Muroff, la mitzvá de hashavat aveida logró mucho más que simplemente devolverle un objeto a su dueño. Envió un increible mensaje sobre la belleza de ser judío, de la Torá y las mitzvot.

Pero la mitzvá de devolver algo perdido no se limita a un objeto o animal. El Ohr HaJaim (Devarim 22: 1) explica que el mandato profundo de la Torá de devolver los objetos perdidos es la mitzvá de devolver las neshamot perdidas a nuestro Padre Celestial. Esas hermosas almas que están lejos de Hashem deben regresar a casa con amor y cuidado. Y cuando podamos lograr esto, podemos estar seguros de que Hashem nos mirará con una sonrisa, nos llenará de najes (alegrías)  y estará orgulloso de que estamos tomando sus mitzvos y cambiando el mundo paso a paso.

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