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Parashat Vaishlaj Print Version 16 de Kislev, 5779 | 24 de Noviembre del 2018 |
Compiled and Edited by Elan Perchik |
Rab Fischel Schachter
ĀæTe acuerdas de mĆ?
HabĆan pasado solo unos dĆas despuĆ©s de la boda del gran Rav Yaakov Galinsky, cuando el Jazon Ish lo llamĆ³. "Necesito que te ocupes de algo muy importante", insistiĆ³ el Jazon Ish. Cientos de niƱos de TeherĆ”n fueron encerrados a la fuerza en kibutzim israelĆes y se tenĆa la intenciĆ³n de asimilarlos y secularizarlos de conformidad con un estilo de vida irreligioso. Solo despuĆ©s de un debido proceso de arbitraje se acordĆ³ que los niƱos que ya eran religiosos y ortodoxos podrĆan ser liberados en hogares religiosos estables y evitar sumergirlos en un futuro que fuera antitĆ©tico a sus valores. Pero habĆa un obstĆ”culo.
Los funcionarios de la agencia a cargo de supervisar a los niƱos de TeherĆ”n se negaron a permitir la liberaciĆ³n de niƱos religiosos, exceptuando aquellos que habĆan sidodocumentados como 'religiosos'. Se habĆa compilado una lista detallada y autorizada en Europa que servirĆa como prueba de quiĆ©nes serĆan los niƱos que podrĆan salir. Pero, desafortunadamente, no estaba en manos de los lĆderes religiosos, sino de aquellos que habĆan colocado a los niƱos en kibbutzim. Por lo tanto, no era nada fĆ”cil obtener la lista y comenzar un proceso como se esperaba.
Pero las instrucciones del Jazon Ish a Rav Galinsky fueron claras. "Ve y pide la lista", dijo. Fue una encomienda imposible, pero Rav Galinsky la aceptĆ³.
Caminando sigilosamente hacia la base militar, se encontrĆ³ con un grupo de soldados que lo detuvieron de manera grosera y acusadora. āĀæPerteneces aquĆ?ā, preguntaron. Daba la impresiĆ³n de que Rav Galinsky estaba tratando de obtener algo en secreto, lo que de hecho era su intenciĆ³n. Pero el Rav Galinsky solo se encogĆa de hombros cuando le preguntaban quĆ© estaba tramando. Suponiendo que estaba buscando a alguien que hablara yiddish, los funcionarios convocaron a uno de sus oficiales ejecutivos que pudiera interrogar a Rav Galinsky en yiddish.
Tan pronto como Rav Galinsky vio al oficial, estallĆ³ en un arrebato. "Ā”Julit!", exclamĆ³, refiriĆ©ndose claramente al nombre del oficial. Este se sintiĆ³ desconcertado, sus cejas se hundieron en confusiĆ³n y seriedad. āĀæCĆ³mo sabe quiĆ©n soy?ā, preguntĆ³. "PermĆtame recordarle", comenzĆ³ Rav Galinsky.
āHace aƱos, fui arrestado mientras vivĆa en Rusia. Todos los dĆas solĆan darme solo un bocado de comida y golpearme. Fue una situaciĆ³n terrible y aterradora. Conmigo habĆa una lista de todos los niƱos judĆos que mĆ”s tarde fueron traĆdos a TeherĆ”n. Me vi obligado a entregar esa lista con todos los nombres.
āUnos dĆas mĆ”s tarde, me dijeron que me enviarĆan a Siberia, aunque mi condiciĆ³n delicada preocupaba a los oficiales. No parecĆa que pudiera siquiera llegar vivo hasta allĆ”. Decidieron darme un plato de fideos, que podĆa haber devorado en unos minutos.
"Pero entonces, escuchĆ© un desgarrador clamor desde cerca. Eras tĆŗ, Julit. Acababas de ser llevado a esas terribles viviendas y sabĆas que pronto serĆa tu turno de ser enviado a Siberia. Llorabas por tu ominoso futuro y rogabas por tan solo un bocado de comida. Al oĆr tu llanto se me partiĆ³ el corazĆ³n, y decidĆ que compartirĆa la mitad de mis fideos contigo, lo que aceptaste amablemente".
Julit, ahora un soldado de renombre, mirĆ³ al Rav Galinsky. Todo volviĆ³ a Ć©l, y de hecho lo recordĆ³. "ĀæTe acuerdas...?", SusurrĆ³ Rav Galinsky. "Te di los fideos... te salvĆ© la vida... Por favor, devuĆ©lveme la lista de esos nombres judĆos".
Y por supuesto, Rav Galinsky recibiĆ³ la lista.
HabrĆ” momentos en la vida en que los asuntos no solo se ven difĆciles, sino que son difĆciles. La vida es desafiante y aplastante. Sin embargo, al mismo tiempo, esa misma situaciĆ³n puede estar pavimentando un camino desconocido que luego resultarĆ” ser nuestro boleto hacia donde queremos y necesitamos llegar. En retrospectiva, es nada menos que nuestra fuente de bendiciĆ³n y vida. Es un momento muy deprimente y desalentador, pero, al mismo tiempo, estĆ” en proceso de convertirse en nuestro momento mĆ”s prometedor y positivo.
Rabino YY Jacobson
Tus Ćŗltimas palabras
Desde 1979, Benjamin Zander, originario de Buckinghamshire, Inglaterra, ha sido el director de la FilarmĆ³nica de Boston. Como compositor de mĆŗsica clĆ”sica y orador sobre liderazgo de renombre mundial, ha usado la mĆŗsica para inspirar a otros y agregar un toque de alegrĆa y armonĆa a las vidas de miles de personas. En su charla TED de junio de 2008, transmitiĆ³ los siguientes pensamientos incisivos e iluminadores:
āLes voy a contar, tuve una experiencia increĆble. TenĆa 45 aƱos, habĆa dirigido durante 20 aƱos y de repente me di cuenta de una cosa: el director de una orquesta no produce ningĆŗn sonido. Mi imagen aparece en la portada de un CD, pero el conductor no emite ningĆŗn sonido. Todo su poder depende de su capacidad para hacer poderosas a otras personas. Y eso cambiĆ³ todo para mĆ. Fue un cambio de vida total. La gente de mi orquesta me decĆa: "Ben, ĀæquĆ© pasĆ³?" Eso fue lo que pasĆ³. Me di cuenta de que mi trabajo era despertar la posibilidad en otras personas. Y, por supuesto, querĆa saber si lo estaba logrando. ĀæCĆ³mo saberlo?
āMirando sus ojos. Si sus ojos brillan, sabes que lo estĆ”s haciendo bien.. Si sus ojos no brillan, puedes preguntarte una cosa. Y esta es la pregunta: ĀæquiĆ©n estoy siendo, para que los ojos de mis mĆŗsicos no brillen? Podemos hacer lo mismo con nuestros hijos. ĀæQuiĆ©n estoy siendo, para que los ojos de mis hijos no brillen? Ese es otro mundo totalmente diferente.
"Y, ya saben, tengo una definiciĆ³n del Ć©xito. Para mĆ, es muy simple. No se trata de riqueza y fama y poder. Se trata de cuĆ”ntos ojos brillantes tengo a mi alrededor".
Pero Benjamin Zander tenĆa una idea mĆ”s para compartir:
"Ahora bien, tengo un Ćŗltimo pensamiento, y es que lo que decimos realmente hace una diferencia, las palabras que salen de nuestra boca. AprendĆ esto de una mujer que sobreviviĆ³ Auschwitz, uno de los raros sobrevivientes. Ella fue a Auschwitz cuando tenĆa 15 aƱos. Su hermano tenĆa ocho, y habĆan perdido a sus padres. "EstĆ”bamos en el tren yendo a Auschwitz", relatĆ³, "y mirĆ© hacia abajo y vi que mi hermano no tenĆa sus zapatos. Yo dije: 'ĀæPor quĆ© eres tan tonto? ĀæNo puedes mantener tus cosas juntas por el amor de Dios?ā". Era lo que una hermana mayor le dirĆa a un hermano menor. Desafortunadamente, fue lo Ćŗltimo que le dijo, porque nunca lo volviĆ³ a ver. Ćl no sobreviviĆ³.
Cuando saliĆ³ de Auschwitz, ella hizo una promesa. Me dijo lo siguiente. Ella dijo: "SalĆ de Auschwitz para regresar a la vida y me hice una promesa. Y la promesa fue: 'Nunca dirĆ© nada que no pueda ser la Ćŗltima cosa que diga'". Ahora, Āæes posible hacer esto? No. Y nos equivocaremos y otros se equivocarĆ”n. Pero es un ideal dentro del cual podemos vivir".
Palabras poderosas que deberĆan sonar y resonar en nuestros oĆdos. "Nunca dirĆ© nada que no pueda ser la Ćŗltima cosa que diga".
ĀæQuĆ© diferentes serĆan nuestras interacciones y conversaciones si todas se estimaran con esta medida? ĀæA cuĆ”ntas personas nos encontramos tan casualmente, en la tienda, en la calle, o en nuestro camino hacia y desde la escuela que tal vez nunca volvamos a ver en nuestras vidas? ĀæY quĆ© pasa si en ese momento tenemos la opciĆ³n de decir algo que de hecho serĆ” nuestra Ćŗltima palabra para ellos? ĀæQuĆ© les dirĆamos?
TambiĆ©n con nuestros hijos, cuando llegamos a nuestro hogar y nos encontramos con una casa en desorden y nos afligimos, Āæy si esas palabras que pronunciamos en ese momento fueran las Ćŗltimas que les dijĆ©ramos? ĀæCĆ³mo reaccionarĆamos? Esa es la pregunta de todas las preguntas.
MƔs que nada, es nuestro silencio y otras veces nuestras palabras cuidadosamente elegidas lo que puede despertar la posibilidad y el potencial de otras personas y permitir que sus ojos brillen mƔs que nunca. La batuta estƔ en nuestras manos.
Rabino Bentzion Shafier
ĀæDe dĆ³nde viene esto?
Todos estamos familiarizados con la prohibiciĆ³n, como se describe en Parshas Kedoshim (Vayikra 19:18), de vengarse. Simplemente, nos llevan a asumir que la prohibiciĆ³n estĆ” dirigida a fomentar la paz y el bienestar humanitarios. Tomar venganza y engancharse tanto con pequeƱos como grandes adversarios sin duda resultarĆ” en problemas y conflictos. Con el fin de reducir tales choques interpersonales, la TorĆ” impone dicha restricciĆ³n, junto con el crecimiento personal introspectivo. .
Sin embargo, si bien esto es cierto, el Sefer HaJinuj (MitzvĆ” 241) ofrece una perspectiva alternativa, que a su vez dirige nuestra atenciĆ³n a un principio judĆo diferente. La venganza, explica el Jinuj, esencialmente atribuye un poder al hombre. Al actuar sobre el mal que te hicieron y "devolver el favor", demuestras que crees que otra persona puede hacerte daƱo. Te lastimaron de alguna manera y deseas responder lastimando.
Pero tal perspectiva estĆ” completamente desalineada con el punto de vista de la TorĆ”. SegĆŗn la TorĆ”, no hay ningĆŗn ser humano que pueda hacer daƱo o, de hecho, ayudar a otro. Todo es decisiĆ³n y acciĆ³n de Hashem. Si el dolor no estaba destinado a aparecer en tu camino, entonces nadie podrĆa tocarte. Y viceversa, si el dolor estaba destinado a llegar a ti, entonces no hay nada que se pudiera haber hecho para evitarlo. El dolor habrĆa sido provocado bien sea por este individuo, de quien ahora deseas vengarte, o por alguien o algo mĆ”s. Ese dolor simplemente te habrĆa alcanzado de una manera u otra.
En esencia, al tomar venganza, la persona demuestra que no cree que el dolor o la vergĆ¼enza que experimentĆ³ le fueron destinados por Hashem, sino que fue la acciĆ³n de un individuo. Esa persona tuvo la opciĆ³n de lastimarme y, como lo hizo, quiero atacarla de regreso. Tomar o no venganza afecta la esencia misma de nuestro sistema de emunah (fe).
La comprensiĆ³n adecuada, como se desprende de esta visiĆ³n del Jinuj y del Jovat HaLevavot, es que todo estĆ” decretado por Hashem, y ningĆŗn ser humano puede daƱar o ayudar a otro. El hombre puede soƱar y planear, pero si la otra persona no merece el dolor o la ayuda que determina Hashem, nadie puede hacer que suceda. Es como si una burbuja lo protegiera.
Considere la siguiente analogĆa.
A un orador se le entrega un micrĆ³fono, que estĆ” conectado a un altavoz, desde el cual todos podrĆ”n escuchar en voz alta y clara todo lo que se dice. En medio del discurso, el orador comienza a lanzar palabras de insulto y groserĆas a uno de los oyentes en la audiencia. La persona a la que apuntan esas palabras desagradables se levanta furiosa y golpea el altavoz, lo que causa que se rompa de inmediato.
Ahora pregĆŗntense, Āætienen sentido las acciones de esta persona? La respuesta es no. Y la razĆ³n es simple. Si la persona tiene un problema con algo de lo que se dice, debe tratar su problema con el orador, no con el altavoz. Es el orador el que estĆ” diciendo tales palabras hirientes, no el altavoz.
Lo mismo ocurre con todo lo que nos sucede en la vida. Hashem es el "orador" y las personas son el "altavoz". Todo lo que experimentamos en la vida es porque Hashem quiere que suceda. Por lo tanto, si alguien nos insulta, aunque tomĆ³ la decisiĆ³n equivocada de ser el altavoz que causĆ³ tanto dolor, en Ćŗltima instancia viene de Hashem, y no de Ć©l. Si no mereciera ese dolor o vergĆ¼enza, no lo habrĆa tenido. Esa es la clave y el truco para reaccionar ante un duro insulto de la manera correcta.
Tal actitud y perspectiva cambian la vida de muchas maneras. Cada vez que nos lastimamos, ya sea fĆsica, mental o emocionalmente, debemos darnos cuenta de que es Hashem quien decretĆ³ que tal incomodidad se presentara en nuestro camino, por alguna razĆ³n. Nadie puede cambiar nuestro destino y nuestro futuro, solo nuestras propias acciones y las relaciones que entablamos con Hashem pueden hacerlo. Es una idea asombrosa y maravillosa que podemos llevar con nosotros donde quiera que vayamos.
Un mensaje corto de
Rabino Zejariah Wallerstein
Uno de los componentes clave del sueƱo de Yaakov Avinu en Parshas de la semana pasada, es que los Ć”ngeles subĆan y bajaban del cielo a la tierra en una escalera. Sin embargo, la pregunta es clara. ĀæPor quĆ© se alude especĆficamente a que los Ć”ngeles subĆan y bajaban por una escalera? ĀæPor quĆ© no dice que iban por una carretera o subĆan y bajaban escalones?
Hashem eligiĆ³ la escalera para un propĆ³sito muy especĆfico. Cuando uno viaja por una carretera, miramos hacia abajo, hacia el camino a medida que se avanza. Lo mismo ocurre con los escalones. Cuando descendemos por una escalinata, miramos hacia abajo, hacia los escalones, pendientes de nuestros pasos. Sin embargo, cuando se trata de una escalera, al subir o bajar, siempre se mira hacia arriba. Por lo tanto, Hashem tuvo la intenciĆ³n de enfatizar a Yaakov Avinu, que a pesar de los muchos sufrimientos y tragedias que sufrirĆ”, siempre estarĆ” mirando hacia arriba. Ćl serĆ” capaz de manejarlo y lograrĆ” salir adelante. Y eso se debe a que, como lo atestigua la TorĆ” misma, "Hashem lo estaba cuidando" (Bereshit 28:13). En la parte superior de la escalera estaba nada menos que Hashem, apoyando a Yaakov Avinu.
En el mundo que vivimos hoy, lamentablemente, hay mucho dolor. Los muchachos y las muchachas tienen dificultades para casarse; una vez casados, hay desafĆos con la infertilidad; una vez que hay niƱos, hay angustia porque no se vayan a desviar del camino de ser un buen yehudi. Luego estĆ”n las enfermedades, las adicciones y los problemas emocionales que afectan a las comunidades judĆas de todo el mundo.
Pero lo que debemos recordar a lo largo de todo esto es que cuando una escalera se coloca contra una pared, la parte de la escalera que descansa en la pared es la parte superior. Y Hashem le dijo a Yaakov Avinu antes de ir a su oscuro y profundo exilio: "Estoy en lo mĆ”s alto de la escalera. Vas a subir y vas a bajar, pero necesitas saber que toda la escalera estĆ” apoyada en MĆ. En cualquier direcciĆ³n que vayas, ya sea hacia arriba o hacia abajo, simplemente tienes que mantener la cabeza en alto. Porque estoy justo encima de ti, apoyĆ”ndote y protegiĆ©ndote ".


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