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Parshat Tetzaveh Español

Compiled and Edited by Elan Perchik

Challah

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11 de Adar, 5779 | 16 de Febrero 2019   
     
                                     

Compiled and Edited by Elan Perchik


Rabino Pesaj Krohn
Intercambiando uno por dos

והייתי להם לאלקים
“Y seré su Di-s” (Shemot 29:45)

La abuela de mi yerno, conocida como Oma Roberk, era una dama maravillosamente dulce y optimista que vivió a finales de los noventa. Originalmente creció en Stuttgart Alemania, antes de que estallara la guerra. Enseñaba estudios seculares mientras que su esposo enseñaba estudios de Torá. Para ese entonces, todos los rabinos que habían vivido previamente en Stuttgart se habían ido de este mundo, dejando así a la comunidad judía sin alguna orientación ortodoxa en el cumplimiento de la Torá. En esos momentos la comida estaba siendo racionada, los huevos y la leche estaban limitados a una cierta cantidad por familia. En una ocasión Oma Roberk solo pudo obtener cuatro huevos para todo un mes.

Viviendo en la miseria, Oma decidió utilizar un huevo por semana para poder preparar una pequeña torta en honor a Shabath.

Un viernes mientras su esposo estaba enseñando, ella estaba en la cocina preparando el manjar de la semana. Pero para su decepción, el huevo que utilizaría para la totrta tenía una mancha de sangre en el. "No voy a tener una torta para Shabath", suspiró preocupada. "Tal vez, sin embargo", pensó, "ya que la mancha de sangre solo está encima del huevo y no se ha perforado en la yema, simplemente puedo limpiarlo". Pero esa consideración no duró mucho tiempo. "Bueno, tal vez no tengo permiso para hacer eso ¿Qué tengo que hacer? No hay rabinos aquí para preguntar”.

Después de pensar la situación, decidió que lo usaría, argumentando que si alguna vez saldría de Alemania con vida, le preguntaría a un rabino si tomo la decisión correcta.

Pero pensó de nuevo. "No, no puedo hacerlo. Si no es kosher, no es kosher. Por otra parte, mi marido confía en mí para el Kashrut. Él confía en mí para todo en la cocina. No puedo ir detrás de su espalda y hacer algo que está mal ”. Y así, con lágrimas en los ojos, tiró el huevo y lavó el tazón.

Ahora Oma Roberk se quedó en un dilema. ¿Debería usar el huevo reservado de la próxima semana para este Shabath o simplemente asumir que no tendrían ningún pastel esta semana?. Entonces decidió, “¿Quién sabe si estaremos aquí la proxima semana?, lo tomaré para este Shabath ". Y así, ella lavó el recipiente de vidrio de nuevo y rompió otro huevo dentro de el.

Y para su sorpresa y gran asombro, salieron dos yemas.

Dijo Oma Roberk: “A veces, Hashem te envía un pequeño mensaje y te dura toda la vida. Todavía llevo este incidente conmigo hasta el día de hoy. Ese pequeño regalo en esa pequeña cocina fue cuando Hashem me decía: "Mi querida hija, nadie habría notado la diferencia. Fue solo entre tú y Yo”. Pero debido a que sentiste tanto amor por la mitzvá de honrar a Shabat, te di un regalo especial".

Rabino Zejharia Wallerstein
Conociendo a Ariel Sharon

Hace algunos años, mi padre estaba viajando en un Boeing 747 de El Al con destino a Israel. Sentado en la primera clase en el nivel superior, compartía la sección con otro caballero de aspecto respetable. No habia otros pasajeros presentes, solo eran mi padre y aquel hombre. El nombre de su compañero de vuelo era Ariel Sharon, ex Primer Ministro de Israel.

Mi padre provenía de Estados Unidos. Siempre estaba vestido con mucho respeto, su gran traje y porte marcaban su postura. Con su buen perfil, era de los mejores hombres de negocios de la clase alta a nivel internacional. Nunca descuidó su gran dedicación a la religión. De de sus grandes sellos distintivos era la concentración y el enfoque que tenía al momento de rezar.

Y así, cuando llegó la mañana, mi padre sacó su Siddur y comenzó con el rezo. Sentada a una corta distancia estaba Ariel Sharon, quien escuchó a mi padre pronunciar con voz ligera las palabras de la Tefilá. Al finalizar, mi padre volvió a su lugar para continuar con el viaje.

Cuando llegó el momento de desembarcar, mi padre comenzó a juntar sus pertenencias cuando de repente sintió un golpecito en el hombro. "Sólo quiero decirle", dijo Sharon, "que estoy tan impresionado, yo creia que solo los grandes rabinos rezaban así ”. Sharon procedió a sacar su tarjeta personal de negocios con su línea directa y se la dio a mi padre. "Si alguna vez me necesitas, solo llámame".

Muchos años después ...

Mi padre tenia una costumbre de cada año visitar la tumba de su padre en Petajh Tikvah en el día de su aniversario. Sin embargo, antes de que lo hiciera, siempre tenía dos paradas que hacer: Me´arat HaMajhpelá y Keber Rajel. "No puedo ir con mi padre antes de visitar a mis antepasados", decía. Y así, primero se detuvo en Jevrón, donde están enterrados nuestros patriarcas , y luego Kever Rajel. Él permaneció inquebrantable comprometido con esta costumbre cada año sin fallar.

Un año, sin embargo, se enfrentó a un pequeño problema. La ciudad de Jevrón y Me’arat HaMajhpelá estaban fuera de los límites debido a los combates entre israelíes y árabes. El área estaba acondonada con mucha seguridad y el ejército  por los lados impedian culquier acercamiento al lugar. Pero mi padre nunca se había perdido un año en el que pasara a visitar a nuestros antepasados, antes de ir con su padre. Y no esperaba que este año fuera diferente.

Sacando la tarjeta que había recibido hace años, mi padre llamó a Ariel Sharon. "Tengo que ir a Jevrón", dijo. Del otro lado de la linea se escuchó la voz de Ariel Sharon "Lo siento mucho, señor Wallerstein, está cerrado".

Pero mi padre no estaba dispuesto a rendirse. “Nunca dejé de ir a Jevrón en todos los aniversarios de mi padre. ¡Tienes que ayudarme!” exclamó mi padre, y eso fue todo lo que tuvo que decir.

“Está bien señor Wallerstein, ¿dónde está ahora?”, a lo que padre respondió “Estoy en Yerushalaim”. “Si vienes a Beit Lejem, te recogeremos en un tanque y te llevaremos” dijo el primer ministro.

Mi padre fue a Beit Lejem de inmediato, donde fue recogido por el ejército israelí en un tanque y lo llevaron en privado a Me'arat HaMajhpelá y luego a Keber Rajel.

Después de este incidente, mi padre, publicó un anuncio en el Jerusalem Post agradeciendo al primer ministro Ariel Sharon por haberlo ayudarlo.

¿Dónde comenzó todo esto?, en ese avión de El Al cuando mi padre decidió despedirse. La impresión positiva que desprendió mi padre, conmovió profundamente conmovió a Sharon. Si mi padre no hubiera recibido la tarjeta de Ariel Sharon, no habría ni la más mínima posibilidad de que hubiera llegado a ninguna parte. Y lo mismo es cierto para todos nosotros. Sin lugar a dudas, la imagen positiva que proyectamos cuando nos dedicamos a la Torá y las Mitzvot tiene el mayor impacto a nuestro alrededor. Nos puede llevar a lugares que nunca pensamos en llegar.

Sra. Toba Schiffren
La salsa soya

No es raro que encuentre mi escritorio algo desordenado y desorganizado cada vez que entro en mi oficina. Teniendo en cuenta que no es solo mía, sino es un lugar de trabajo compartido. Puedo decir lo que todos comieron ese día para el almuerzo. Sin embargo, no me molesta demasiado el lío, ya que después de todo, otras personas también tienen derecho a usar el escritorio de la oficina.

Un día, el desorden se detuvo. Ya no me encontré con una oficina sucia. Fue tán bonito y agradable.

Unas semanas más tarde, me encontré con una pequeña sorpresa. Mi escritorio nuevamente estaba desordenado, pero mas aún, estaba cubierto con salsa de soya. Resultó ser que hubo una celebración poco antes de mi llegada al trabajo, y se había comido sushi, dejando el escritorio grasiento y pegajoso.

Sin darme cuenta de la salsa de soya, simplemente puse mi bolsa y mi computadora en el escritorio. Ese fue un error, pero no el único…

Caminando hacia las escaleras, pronto vi una estudiante mía a la que no había visto en la escuela por un tiempo. Dirigiéndome a ella, algo molesta le dije: "¡Siempre llegas tarde, no has estado en la escuela por dos semanas y hay salsa de soya en todo mi escritorio!" Por el tono de mi comentario, se notaba claramente mi enojo.

Sin embargo, mi estudiante se adelantó a cualquiera de mis disculpas que debían seguir de inmediato por mi reacción, "lo siento mucho", dijo ella.

Pensando en una fracción de segundo sobre lo que acababa de decir, me di cuenta de que había exagerado con mi actitud. "Lo siento mucho por la salsa de soya", repitió mi alumna.

Un poco sacudida despues de su respuesta le pregunté "¿Estabas en la reunión? ¿Qué tiene que ver la salsa de soya contigo?, tan pronto como dije eso, ella comenzó a sonreír. "No estuve en la reunión, pero siempre vengo unos minutos antes de que usted llegue y me encargo de reordenar su escritorio. Lo siento mucho, pero hoy llegué un poco tarde y no pude limpiarlo a tiempo. Me disculpo por el desastre”.

Fue de los golpes mas duros que habia recibido en mi vida. Ella fue la que se aseguró de que mi escritorio estuviera limpio y ordenado todos los días, y yo nunca lo supe.

Desde ese día, cada vez que entro en mi oficina y veo un escritorio limpio, pienso en mi alumna y me digo: "Estoy muy feliz de que ella esté en la escuela. ¡Gracias por toda tu ayuda!"

Con demasiada frecuencia, vemos una imagen y sacamos conclusiones. "Esa persona es el problema", decimos a menudo. Pero entonces ocurre algo y nos damos cuenta de que, de hecho, estábamos mirando la imagen incorrecta. En lugar de que la persona problemática o la situación difícil sea el problema, fue realmente nuestra solución. "Gracias", entonces decimos con una actitud cambiada; "Estoy tan feliz de que estés aquí hoy ..."

Rabino Abraham Asher Makovsky
Pensando en tí

Rabbi Yehudá HaJasid en su obra clásica Sefer Jhasidim (# 553) escribe lo siguiente: “Hay algunos que piden y Hashem les responde; hay otros que piden y no son contestados. ¿Cuál es la diferencia?, la respuesta se encuentra en la importancia que le damos a la solidaridad, es decir, el interés y preocupación por el bienestar de nuestro prójimo. Es por esta razón que los Anshé Kneset HaGuedolá (Hombres de la Gran Asamblea) instituyeron que las Berajot que mencionamos al momento de la Amidá, se pronuncien en plural con el fin de incluir a todo el pueblo de Israel en nuestras propias oraciones".

Ahora déjame decirte cómo dos familias ponen esto en práctica.

Una vez me estaba preparando para hablar sobre el tema de la importancia de la solidaridad, y un amigo me contó una historia sobre su cuñado.

Teniendo cuatro hijas todas en edades de casarse y ninguna de ellas encontrando a su pareja, el padre estaba muy angustiado. Además de esta preocupación, también enfrentaba tiempos financieros difíciles. Pero eso no significa que él y su familia se hayan rendido al ver que las circunstancias no mejoraban.

Al enterarse de otro hombre que también tenía cuatro hijas involucradas en el mismo tema, le sugirió la idea de que cada una de sus hijas pidiera por su compañera, y que pronto encontrará su matrimonio ideal. Así lo hicieron. Aceptando esta práctica, sobre la que dicen nuestros Jajamím: "Alguien que pide a favor de su compañero cuando él mismo necesita de esa ayuda, será respondido primero" (Babá Kamá 92a), los resultados iniciales fueron bastante positivos.

No mucho después, la segunda hija de la otra familia se comprometió y se casó. Y no por casualidad, la misma noche de la boda, la segunda hija del cuñado de mi amigo se comprometió.

Tales son las características paradigmáticas del pueblo judío: “Compasión, autodesolación y amabilidad” (Yebamot 79a). Aquí había dos familias que no se apartaban de su alrededor preocupandose solo por si mismos, sino que por el contrario, ofrecieron su ayuda y apoyo en favor de quienes pasaban por lo mismo. Y una vez que ocurrió, el comienzo de un futuro más brillante estaba muy cerca…

Un mensaje corto de
Rabino Eytan Feiner

Rabenu Bajye (Vayikra 8:23) escribe fascinantemente que los cinco dedos del hombre corresponden a sus cinco sentidos. Por ejemplo, ¿alguna vez te has preguntado por qué los bebés se chupan los pulgares específicamente? Es porque el pulgar corresponde a la boca y al sentido del gusto. ¿Por qué también nos limpiamos la nariz con el indice? Es porque el segundo dedo se relaciona con el sentido del olfato. El dedo medio, es el más largo, y por lo tanto se utiliza para llegar a partes lejanas del cuerpo para aliviar la picazón o el dolor. Este último corresponde al sentido del tacto. El dedo anular, se relaciona con el sentido de la vista, porque con él uno limpia sus ojos. Y por último, el meñique se relaciona con el sentido del oído, es por eso que suele usarse para limpiarnos los oidos.

Como podemos observar, cada parte de nuestro cuerpo está destinado para una función específica. Es obvio que la precisión de nuestro Creador es infinita, nada fue creado sin tener alguna finalidad.

Ahora solo queda hacer nuestra labor, poder utilizar cada parte de nuestro cuerpo para acercarnos a Él, siendo mejores personas cada día.

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