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Parshat Kedoshim Español

Compiled and Edited by Elan Perchik

Challah

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Parashat Kedoshim                                                                                          Print Version       
6 de Iyar, 5779 | 11 de May 2019         
                                     

Compiled and Edited by Elan Perchik


Rabino Daniel Staum
El Shabbaton

ואשר ימלא את ידו לכהן

Y que haya sido investido para oficiar… (Vayikrá 16:32)

Una tarde de invierno mientras caminaba por mi garaje una hora antes de Shabbat, me encontré con una sorpresa poco placentera: la tubería había estallado. Agradecidamente, el agua no había llegado cerca a la casa. Sin embargo, yo no estaba en la mejor de las situaciones especialmente considerando que Shabbat estaba pronto por comenzar.

Inmediatamente mientras llamaba al plomero, impacientemente trataba de buscar a alguien que viniera a mi casa lo más pronto posible antes de Shabbat. Pero justo ahí fui interrumpido. “Hay alguien en el teléfono para ti!” me dijo mi esposa. Yo que no quería ocuparme en otro asunto en ese momento, sentí que le debía pedir a mi esposa que le dijera a la persona que llamara después. “¿Puedes contestar?” pregunto mi esposa de nuevo. Y así, obedientemente conteste.

“Hola Rabino, ¿Se acuerda de mí? Soy Eli del campamento.” “Seguro que sí,” ¿cómo estás?” “Muy bien,” dijo él. “Me podría hacer un favor? Estoy de camino a Waterbury, Connecticut con un amigo para servir como consejeros para el Shabbaton de Kiruv con el Rabino Josh Kohl. Salimos de Brooklyn al medio día y debíamos parar  en Queens. Pero entonces se nos estalló un neumático. Considerando todas las cosas, el GPS dice que estamos a una hora de nuestro destino. Me temo que no vamos a lograr llegar a tiempo para Shabbat, especialmente porque estamos conduciendo con un neumático de repuesto. ¿Usted cree que podemos quedarnos en su casa para Shabbat?” Escuchando el difícil aprieto en el que estos jóvenes se encontraban, dije que estaban más que bienvenidos a quedarse en mi casa, aunque tampoco creía que pudieran llegar a mi casa a tiempo.

Justo ahí, alguien toco la puerta de mi casa. Era mi vecino. Todavía estaba en el teléfono con Eli y acordándome que había estado tratando de contactar a un plomero para que reparara la inundación, ahí estaba mi vecino. “Hola,” dijo él. “Me di cuenta que estaba saliendo agua del garaje. ¿Puedo ayudarle? Para mi Alivio, él me ayudo a cerrar la válvula de agua principal y dejé a un lado el problema del agua por el momento. Le agradecí cortésmente por su ayuda. Luego seguí en la llamada con Eli.

Me apresure a mi computador, y rápido empecé a buscar el lugar más cercano para que él pudiera estár en Shabbat. Después de unos minutos, pude darme cuenta que él estaba a unos veinte minutos de Mount Kisco. Había dos comunidades allí: Una de Jasidim y otro Shul dirigido por Rabino Eli Kohl. Agradecido enormemente, Eli esperaba poder llegar a Mount Kisco. Esta fue la última vez que hablamos antes de Shabbat.

El Domingo en la noche recibí una llamada. Era Eli. “¿Eli, qué paso? ¿Dónde estuviste en Shabbat?” “Rab, déjeme decirle qué paso. Llegamos a Mount. Kisco quince minutos antes de Shabbat. Llegando a la casa de Rab Kohl, tocamos la puerta. El Rab Khol la abrió y amablemente nos invitó a seguir. Después de explicarle nuestra situación, nos dijo algo que no podíamos creer. “Justo este Shabbat estoy haciendo un Shabbaton para muchos niños. Tenemos bastante comida y programas planeados para ellos. El único problema es que no tenemos casi consejeros. ¿Tal vez ustedes pueden ayudarnos?”

“No podíamos creer lo que había pasado,” dijo Eli. “No solamente tuvimos un hermoso e inspirador Shabbat, sino que incluso nos pidieron que viniéramos otra vez.” Mientras escuchaba las palabras de Eli le dije, “Pensaste que ibas a hacer kiruv con Rab Kohl en Waterbury, pero en vez de eso ibas a hacer kiruv con un diferente Rab Kohl en Mount Kisco.”

Todos experimentamos subidas y bajadas a lo largo de nuestras vidas. Ya sea un neumático estallado, o un problema de plomería, un tiempo de limitación o todos los anteriores juntos, la vida está llena de pruebas y desafíos. Pero el punto más importante para tener en mente es que existe un plan Divino para todo lo que sucede. Nada es casual o sin ninguna razón. ¿Qué hubiera sido si los jóvenes hubieran llegado a Waterbury? El otro Shabbaton en Mount Kisco hubiera estado corto de personal. Nunca sabremos en verdad porque las cosas pasan, pero podemos estar seguros de que Hashem esta Divinamente guiándonos al destino exacto que necesitemos estar.

Sra. Chani Lieberman
Un Regalo Sorprendente

והתודה עליו את כל עונת בני ישראל

Y confesará sobre él todas las iniquidades de los Hijos de Israel (Vayikrá 16:21)

Un hombre joven que planeaba casarse, quería comprar un regalo para su futura suegra. Buscando lo que él creía que ella iba a apreciar, finamente decidió comprarle una piedra preciosa de cristal. Gasto una grande suma en el cristal, cuidadosamente lo trajo a casa y lo guardo en un lugar seguro. No fue sino hasta unos días antes que él planeaba entregárselo que quiso mirarlo otra vez y admirar su valor. Pero esto no llegó a ser la decisión más sabia.

Al abrir la caja en la que estaba empacado, accidentalmente se le resbaló y por supuesto el cristal se cayó al piso y se rompió en muchos pedazos. Mirando devastado, estaba absolutamente fuera de sí.

Hablando con uno de sus amigos, recibió un pequeño consejo. “Como ya gastaste una gran cantidad de dinero y comprar otro cristal sería demasiado costoso, simplemente deberías llevar los fragmentos rotos al almacén y pedirles que los empaquen muy lindos juntos. Después ve a la casa de tu suegra y cuando ella abra la puerta, pretende resbalarte. Cuando ella abra la caja y vea que está roto, aun así, ella apreciará tu atención y te agradecerá.” Decidió seguir el consejo de su amigo, el joven volvió al almacén con las piezas rotas y se las entregó a la señorita en la recepción para que los envolviera juntos.

Espero y espero a que la señorita regresara. Cinco minutos, diez minutos…pero no había señal de ella. Finalmente, después de mucha tensa expectativa, salió la mujer con una caja de empaque muy hermosa. Feliz porque había podido salvar el regalo, su próximo paso era llevárselo a su suegra.

Llegando a la casa, su suegra abrió la puerta. Y como ensayado, se resbaló en el piso y dejó caer la caja. Agachándose al piso su suegra se disculpó por haberse resbalado y apaciguó su preocupación por lo que le había pasado al regalo. “No te preocupes por eso” ella dijo, “es la intención lo que cuenta.” Feliz de que todo salió como se había esperado, pronto se daría cuenta de una gran sorpresa.

Mientras su suegra abría la caja, no solamente encontró una piedra de cristal, sino muchas. La señorita en el almacén había empacado individualmente cada fragmento roto en plástico de burbujas.

Debemos estar siempre abiertos a reconocer la verdad y admitir nuestros errores y fallas. Nunca podemos asumir inocentemente que ocultando la verdad la mantendremos cubierta por siempre. En verdad, llegará el momento en que veremos que la gente nos respeta y aprecia incluso con nuestras faltas. Si este joven le hubiera entregado a su suegra el regalo roto, tal vez ella hubiese apreciado la intención y doblemente apreciado su sincera honestidad. El paradigma de un individuo confiable es la integridad, y todos nosotros poseemos la convicción interna de vivir en esos estándares prístinos si tan solo estamos dispuestos a aceptar nuestros errores e imperfecciones como nuestras perfecciones.

Sr. Yaakov Yosef Jungreis
Pasaje Seguro

Cuando yo era un niño pequeño viviendo con mi familia en Szeged, una de las ciudades más grandes de Hungría y cerca al borde con Yugoslavia, mi papa presidía como el Rabino en la ciudad vecina de Xanten, Alemania, vivía una particular familia Judía prominente. Sin embargo, desafortunadamente, el padre de la familia fue capturado, dejando a su esposa y a su hijo no nacido solos. Mientras que esto ocurría, toda la ciudad de Xanten fue trasladada a Szeged, que se había convertido en un gueto Judío.

Una noche, mientras estaba rezando Maariv en el Shul de mi padre, llegaron cuatro hombres de hombros fuertes cargando una cama grande. La mujer que estaba esperando el niño estaba a punto de dar a luz. Pero debido a que no había otro lugar disponible para hacer esto, los hombres colocaron la cama justo delante de un área abierta antes del Aron Kodesh. Tiempo después, mi madre ayudo a dar a luz al bebe varón que la señora estaba cargando.

Ocho días después, el brit milá se realizó en el sótano oscuro del Shul a la luz de la vela. Mi padre trajo el bebe al sótano y el Rab de Xanten sirvió como sandek, fue una ocasión muy emotiva. Aunque realizarle al bebe el brit milá significaba que él ahora iba a ser claramente identificado como un Judío y estaría en peligro de ser capturado por los soldados Alemanes, lágrimas de gran alegría corrieron por las mejillas de todos los que estuvimos presentes.

Después de que el brit fue terminado, mi madre me pidió hacer algo que después de muchos años ella y mi padre se preguntaron porque lo permitieron: “Quítate la yarmulka y la estrella amarilla, salta la cerca del gueto y corre a la ciudad a comprar algunos pañales para el bebe.” Aunque existía el riesgo que nunca volviera a regresar, aun así, yo seguí las instrucciones, y regresé a salvo con los pañales en la mano.

En abril de 1944, este bebe con su madre salió de Xanten al campo de concentración de Strasshof, Austria. Poblado por 18,000 Judíos, mi abuelo, Rab Tzvi Hirsh Cohen, sirvió como el único Rabino para toda la ciudad de Strasshof. Los tiempos fueron difíciles y las condiciones incomódas. Pero ahí estaba Rudolf Israel Kastner. Él fue uno de los líderes del Comité de Ayuda y Rescate de Budapest y fue conocido por haber ayudado a los refugiados Judios a escapar de Hungría en 1944 cuando los Nazis invadieron. Kastner cada mes o algo venía a Strasshof y le ofrecía a la Gestapo una suma grande de dinero para que evitar que mataran Judios deliberadamente. En una de esas ocasiones, Kastner se dirigió a mi abuelo y le dijo que él había rentado dos camiones con doce sillas cada uno. El quería salvar veinticuatro Rebbes Jasídicos, uno de esos era mi abuelo. Con cada silla justificada, esta era la única oportunidad de escapar la crisis de muerte potencial especialmente considerando que lo que el futuro pueda brindar podría ser para lo peor.

Pero mi abuelo no fue tan rápido para acatar esta amable oferta. “escuche,” dijo mi zaidy a Kastner. “hay una viuda aquí con su hijo joven de Xanten. Dele a ella mi puesto.” Y así fue. Cuando los camiones vinieron a llevarse a los veinticuatro Rebbes, la joven dama y su bebe también se fueron.

Pero este no es el final de la historia.

Al habérsele dado esta oportunidad, la joven mujer tenía algo especial en su mente. Ella decidió que, por el resto de su vida, ella mantendría y serviría las necesidades de los estudiosos de Torah. Y así como ella tomó una silla en el camión al lado del Stropkover Rebbe, no después de mucho, ella se casó con él. A pesar de la diferencia de edad, ella estaba comprometida a reconstruir un futuro con el Rebbe.

Años después, el Stropkover Rebbe falleció. Y, aun así, la mujer todavía tenía la intención de casarse de nuevo y continuar construyendo otra familia. Y así, cuando el Tzelemer Rebbe perdió a su esposa, esta dama se casó con él.

Cuando el Tzelemer Rebbe falleció el 27 de Nisan de 1980, el hijo pequeño de la señora que había sobrevivido a la Guerra asumió el rol del próximo Rebbe. Él es conocido hoy como el Tzelemer Rab shlita, director mashgiach (supervisor de comida) de los vinos y productos Kedem.

En el momento cuando la supervivencia era la opción más viable. El Rab Jungreis escogió una opción diferente: darle el pasaje seguro a una única viuda y a su hijo. No pensando en sí mismo, pero en un prójimo Judío, el aseguró la existencia de una futura dinastía rabínica y trajo a la vida a aquellos que tal vez nunca hubieran visto un mañana. Este es el cuidado y la sensibilidad que sella con distinción a un Judío.

Un Corto Mensaje Del Rabino Jonathan Rietti

Cuando fui a estudiar a la Yeshiva Gateshead en Inglaterra por primera vez, el Rabino Moshe Schwab era el Mashgiach que supervisaba a los jóvenes estudiando. Recuerdo que él decía una línea que indeleblemente me formó en ese tiempo y continua conmigo hasta este mismo día. “La definición de un masmid (uno que estudia diligentemente) no es cuantas horas él estudia al día, sino cuantos minutos estudia por hora.”

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